La edad de algunos olivos centenarios de esta variedad (algunos hasta con 700 años) atestiguan que su existencia se remonta aproximadamente al siglo XV, siendo muy habitual en la zona norte de Cáceres, y extendiéndose por Salamanca, Ávila, Madrid, Badajoz e incluso hasta el oeste de Portugal.
Debe su nombre compuesto, Manzanilla Cacereña, a la forma de su fruto, que se asemeja a una diminuta manzana, en unión a la referencia de la zona de Extremadura en la que se concentra el mayor número de olivos de esta tipología, aunque ciertamente, también se la identifica con otras nomenclaturas tales como Carrasqueña, Negrilla o Redonda entre otras.
En Viveros Mediterráneo llevamos más de 20 años trabajando esta variedad de olivo, y sabemos de primera mano que es capaz de adaptarse perfectamente a tierras pobres y arenosas.
Aunque el resultado es un árbol poco vigoroso y de limitada magnitud, su fruto sin embargo es sorprendentemente carnoso, de muy fácil recolección de forma mecanizada y de rápida separación de pulpa y hueso, lo que lo convierte en una perfecta aceituna de mesa de color oscuro y tamaño medio-grande.
Cierto que la cantidad de aceite que se desprende de cada fruto es sensiblemente inferior al que pueden producir otras muchas variedades, sin embargo, la calidad de este resulta exquisita y muy valorada.
Un Aceite verde, amargo, picante, con un pronunciado sabor frutal y a hierba y de elevado porcentaje de ácido oleico, tan beneficioso para nuestra salud.
El 80% de la producción anual de los olivos Manzanilla Cacereña se destina a verdeo siendo tal vez la aceituna de mesa más habitual y más vendida tanto en territorio nacional como en exportaciones a otros países.